En los países islámicos

Cabe señalar que todos los países islámicos que son nombrados aquí firmaron el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU* exceptuando a Indonesia, y Malasia, país en el cual las violaciones a la libertad de prensa parecen frecuentes.

La fiscalía general de Irán advirtió el 14 de Febrero que asumiría la tarea de ‘’perseguir y castigar’’ a los responsables de las viñetas si no lo hacia la justicia de los países donde fueron editadas. Teniendo en cuenta las reglamentaciones de la magistratura de la república islámica, Irán se considera competente para perseguir ese delito; porque el país se adjudica el derecho de imponer su ley en el resto del mundo.

Otros países se limitaron a perseguir o castigar legalmente a los medios nacionales implicados en la edición de la sátira.


En Jordania, el redactor jefe del semanario jordano Shihane, Al Momani (quien ya había sido despedido por ese medio en enero) fue detenido por orden judicial por la publicación de las caricaturas. Al Momani declaró que había publicado los dibujos para mostrar a los lectores "hasta dónde llegaba la ofensa danesa". Un artículo firmado por él en la revista también cuestionaba las protestas que originaron los dibujos en el mundo musulmán.


El mismo magistrado abrió una investigación contra otro semanario de menor tirada, al-Mehwar, por la publicación de dichas viñetas en su edición del 26 de enero y ordenó la detención de Hashem Jaledi, editor de la revista. Al Jalidi había reeditado algunas de las caricaturas en noviembre de 2005 en un artículo que criticaba al diario danés. Este último aseguró que las reproducciones eran "extremadamente pequeñas" y no se veían fácilmente.


Ambos editores fueron denunciados por provocación y desórdenes, y ataques a sentimientos religiosos. Finalmente el 30 de Mayote este año, un tribunal jordano condenó a los dos editores a dos meses de cárcel. El abogado defensor de ambos, declaró que apelará la condena y que los dos periodistas se consideran inocentes de los cargos imputados.


Otros países promulgaron una prohibición explicita por la cual no se permitió la publicación de las caricaturas, en un claro ejemplo de censura previa. Así ocurrió en Marruecos, Túnez y Sudáfrica, donde un tribunal prohibió publicar a los periódicos las polémicas gráficas.


En tanto la organización Reporteros Sin Fronteras denunció que en cinco países se iniciaron diligencias judiciales contra al menos doce periodistas, de los que siete fueron encarcelados. En algunos casos podrían ser condenados a penas graves de cárcel. Se cita a los dos directores de periódicos de Jordania, a cuatro periodistas denunciados y encarcelados en Yemen, en aplicación del artículo 103 de la ley de prensa de ese país, que "prohibe la publicación de todo lo que perjudique a la ley islámica, denigre a una religión monoteísta o a una creencia humanitaria".


Trece publicaciones fueron cerradas, definitiva o temporalmente, en Argelia, Marruecos, Jordania, Yemen, Malasia e Indonesia, por haber reproducido las caricaturas. Reporteros sin Fronteras pidió la anulación de todas esas denuncias penales y que todos los medios de comunicación sean autorizados a reaparecer. La asociación recordó que “no hay nada que pueda justificar la detención de profesionales de la información”.


En tanto, hay que dedicarle una especial atención a lo sucedido en Malasia, donde las caricaturas del profeta Mahoma fueron una mera excusa para censurar a varios medios de comunicación justo cuando parecían gozar de mayor libertad tras dos décadas funcionando como portavoces del dictatorial ex primer ministro Mahathir Mohamad. Así, la situación derivó en un nuevo retroceso de la libertad de información y expresión en este país.


Bajo las políticas liberales del primer ministro Abdullah Badawi, la prensa rápidamente desarrolló un tono osado y cuestionador. Por primera vez en dos décadas dieron amplia cobertura a los partidos políticos opositores, organizaciones de la sociedad civil y otros que abogan por mayor libertad, responsabilidad y transparencia.


Políticos poderosos ya estaban clamando por restricciones a los medios de comunicación cuando la disputa por las caricaturas estalló en este país dominado por los malayos musulmanes.
Por lo menos tres periódicos fueron sancionados por sus informes sobre la polémica y también varios canales de televisión, que pusieron al aire fugaces imágenes de las ilustraciones.
Ediciones censuradas, obligación de publicar notas y portadas con pedidos públicos de disculpas, despidos de periodistas y hasta acusaciones penales conformaron la batería de medidas contra los medios en general.


Según activistas por los derechos humanos y periodistas independientes, en todos los casos, las faltas fueron menores y no justificaron los duros castigos impuestos. Esos críticos alegaron que asociaciones e individuos pro musulmanes, y el opositor Partido Islámico Pan Malasio, que alentaron las medidas, tienen otros motivos para aplicar esas medidas más que defender al Islam.


Afirman que se trata de una pelea entre los partidarios de las reformas de Badawi y poderosos grupos con intereses dentro del sistema que quieren que el viejo orden se perpetúe y están incómodos con los nuevos e inquisidores medios de comunicación de Malasia.


El New Straits Times publicó una ilustración alusiva y satírica sobre la controversia de las caricaturas, pero que no era una de las viñetas polémicas y no representaba a Mahoma. En principio el medio defendió la ilustración alegando que no insultaba al Islam, e incluso la volvió a publicar, invitando a los lectores a expresar sus puntos de vista. En un artículo editorial preguntó, retóricamente, si las quejas contra el periódico no estarían políticamente motivadas. La invitación enfureció a algunas organizaciones musulmanas y a personas poderosas.


Con todo, el New Straits escapó de las sanciones con una advertencia, pero sólo después de publicar una disculpa que ocupó la totalidad de su portada el 24 de febrero.


Lo mismo sucedió con el periódico The Sarawak Tribune que publicó un montaje de las caricaturas de Mahoma para ilustrar una crónica que ridiculizaba a los propios dibujos y a sus creadores daneses. Se deshizo en disculpas, no una sino dos veces pero de todos modos la policía inicio una investigación contra los editores, que podrían ser acusados en el marco de varias leyes.
Por último, el Guang Ming Daily News publicó la fotografía de un hombre leyendo un periódico que tenía una de las controvertidas caricaturas al lado de la nota, y por ello le fue suspendida su edición nocturna.

No hay comentarios: